
¿Qué pasaría si supieras que existe una persona idéntica a ti, pero con una personalidad y vida completamente distinta a la tuya? Para Roxana, aquello fue perturbador, y con esta palabra digo poco, porque ha roto por completo las costuras de sus cabales, y la han empujado a una vida en desidia por su cordura. Roxana en ese entonces atravesó por terribles situaciones, su matrimonio estaba acabando y su hijo estaba hospitalizado, víctima de una enfermedad hematológica progresivamente degenerativa.
Roxana se perdía en los interiores de su hogar, pensativa, buscaba calmar los demonios de su mente pasando horas viendo la televisión mientras que a su espalda su vida se desmoronaba. Le preocupaba quedarse sola, su marido estaba ya al borde de abandonarla por completo pero no lo había hecho, por su hijo enfermo. Cada segundo que pasaba, transitaba más a una depresión crónica.
Un día estaba en el supermercado con las ganas por los suelos, hasta que vio a la distancia a una persona particular. Portaba el mismo vestido vinotinto que ella y su cabello era rojo y ondulado, igual que el de ella. La persona estaba de espaldas pero ella no dejaba de verla con curiosidad, se acercó despacio hasta estar detrás de una torre de alimentos enlatados, hasta que, aquella persona que veía tan fijamente dio media vuelta dejando contemplar su rostro. Roxana impresionada no sabía que pensar, puesto que, aquella mujer que atrapó su curiosidad era ella misma pero más feliz y vivaz. Sus ojos avellanas. Sus labios finos. Su nariz fina y llena de pecas. Su tez blanca. Hasta su estatura alta y contextura delgada. Era otra Roxana caminando por el mundo. Con una vida diferente y hasta mejor. Con un marido sonriente y amoroso y dos pequeños sanos y revoltosos.
Se veía que aquella entidad tenía una vida perfecta al contrario que la de Roxana, y tan parecida eran, que hasta la misma vestimenta llevaban ese día. Roxana para prolongar su curiosidad y asombro, decidió seguirlos luego de salir del supermercado. En el camino varias preguntas insólitas brotaban de su mente: ¿Una hermana gemela que jamás conoció quizás? ¿Estaba bien ella de la vista? ¿Será que su situación y los recientes episodios trágicos de su vida le habían hecho perder el sentido común por completo? Ella solo pensaba pero a ninguna conclusión llegaba.
Finalmente su persecución la condujo al hogar donde su doble se desenvolvía. En un suburbio más apartado de la ciudad, en una casa mucho más grande y pintoresca que la fea barraca hipotecada en la que ella vivía. Con un auto más grande y último modelo mucho mejor que la espantosa chatarra que ella conducía. Con dos niños preciosos y animados, deben ser hasta excelentes en la escuela —Pensaba— y sin ninguna anormalidad en su organismo. Roxana siempre quiso tener dos hijos, pero no los tuvo por su marido quien solo quería tener uno. Y esa es otra cosa, el esposo de su doble, guapo y caballeroso, con un empleo excelente, no como la bestia con la que quedó condenada y con la que pronto se divorciaría.
Al ver aquella vida tan perfecta, tan fantástica, Roxana vio la suya como una completa bazofia y sintió demasiada envidia, no podía entender cómo era posible que una persona tan parecida a ella tuviera una realidad tan paradisíaca. Volvió a su casa esa noche después de analizar lo sucedido. Descongeló algo de comida para ella sola, ya que su marido ya no vivía con ella. Se sentó frente al televisor y luego de varias horas se quedó dormida.
Esa noche quedó dormitada bajo la fantasía de vivir la vida de su doble, en esa perfecta casa, con su bella familia e hijos preciosos. Se abrazaba con sus brazos, cautivada por esas imágenes quiméricas, y sonreía degustando cada momento de ese placentero sopor. Pero luego despertó de impacto, sacudida por la realidad que albergaba su desbaratada vida, y lloró de rabia agitando los brazos y cerrando los puños con fuerza.
Dentro de su mente, los muros de la razón se derrumbaban y los ejércitos de la obsesión conquistaban temerarios castillos de su mente, y poco a poco, Roxana cayó en una enajenación extenuante, que solo podía ser apaciguada por la satisfacción. Así que, al estar su mente controlada por el trastorno, decidió idear un plan maligno para darle un giro a su vida.
Una noche decidió ir hacia la casa de su gemela perfecta, llevándose consigo materiales para su plan. Se escabulló por la puerta trasera de aquel hogar con poca seguridad, puesto que se trataba de una zona con poco índice de criminalidad. La noche ya era joven casi cruzando al territorio de la madrugada. Roxana vio a su doble de espaldas en la sala planchando un vestido y entró por la cocina sin ninguna dificultad. Tomó un hilo de alambre y lo estiró con fuerza, y le llegó por detrás con un movimiento rápido y comenzó a ahorcarla. Su víctima se resistió naturalmente, y Roxana apretó con tanta fuerza sin desistir una sola vez, hasta que la pobre mujer feneció finalmente.
Roxana, arrebatada por la locura, se movió rápidamente para tomar el lugar de aquella mujer idéntica a ella, pero antes de continuar, la observó de nuevo, y su rostro se dibujó con un horror paralizante, que las palabras de la demente Roxana se volvieron cenizas en su garganta. A medida que la miraba, aquella mujer muerta dejaba de parecerse a ella. Su cabello rojizo y ondulado se volvió lacio y castaño. Sus ojos ya no eran de color avellana sino cafés. La forma de su nariz era un poco más ancha y sus labios carnosos. Su tamaño era ahora promedio y su contextura delgada desapareció, presentando un cuerpo un poco más regordete. Había asesinado a una mujer con una vida perfecta, la cual, en realidad, no era su doble.