Un fantasma se asomó por mi ventana,
trayendo de su origen una mirada pasmada,
de sus ojos a mi corazón un dolor indujo,
incrustando raíces de un cruel embrujo.
Su presencia aparece en momentos diurnos,
bajo la luz transparente del alba avispado.
Hila con sus manos destinos extraños,
abandonando al olvido un destino apenado.
Sus ojos vacíos carentes de dolencia,
evocan en mi mente historias de demencia.
Un crimen atroz a este mundo ha cometido,
quedando eternamente a lo terrenal enraizado.
Una profecía a mis oídos asistió,
Hablándome del final terrible de mi vida.
El fantasma de sus manos un cuchillo impulsó,
a mi pecho incauto y blanco de la ruina.
Caí en el vacío nublado y declinado.
Adolorido por el agudo silbido de la muerte,
abatido mi cuerpo aúlla traicionado,
y el fantasma para el fondo su risa emite.
